Argumentos a favor y en contra de la enseñanza directa y del aprendizaje basado en proyectos.
El trabajo por proyectos como modelo para el desarrollo del currículum constituye hoy una
de las tendencias que más atención suscita cuando se habla de adecuar la enseñanza a una
sociedad en la que la información resulta tan extensa como difícil de manejar.
La cuestión no es , entonces, en conocer una metodología que enfoque los contenidos
de siempre según una dinámica distinta. Pocos cambios se desprenden de una lógica que al final
reduce la innovación a ciertos retoques formales. Además, la incoherencia de esa perspectiva
conduce, con demasiada frecuencia, a una cierta sensación de desengaño pues el esfuerzo no se
traduce en los efectos esperados.
Cuando deparamos en las distintas experiencias y reflexiones realizadas a partir
del trabajo por proyectos una de las cosas que comprobamos con facilidad se refiere a las
variadas razones que se argumentan para su desarrollo en las aulas. No hay un motivo único
ni un listado común y homogéneo para todos los casos. Lo más frecuente resulta encontrar referencias variadas que constituyen un entramado sólido que les aparta, por lo común, de
caprichosas intervenciones escasamente pensadas.
Adoptar una dinámica de trabajo por proyectos nos lleva rápidamente a la perspectiva
del alumnado. Cuando leemos u oímos el relato de una experiencia, una de las características
que tiende a aparecer nos habla del alto nivel de motivación y participación que se consigue en
el alumnado a lo largo de la actividad. En ocasiones, incluso, esta es la razón de más peso que
manejan muchos colectivos docentes a la hora de decidirse por una dinámica de clase a partir
de proyectos integrados.
Como podemos observar “tomar parte”, “decidir” y, en defi nitiva, la participación
activa de los estudiantes a lo largo de todo el proceso son rasgos muy considerados a la hora de
plantear la educación desde un enfoque organizado en proyectos integrados
Es más fácil, se expone, estimular la intervención de los escolares cuando se parte de
aspectos que están ligados a sus vidas y el mundo que diariamente observan que pretender que se
impliquen en asuntos que contemplan con lejanía y sin relación directa con sus preocupaciones .
Participación comprometida que se consigue al abordarse el aprendizaje a partir de situaciones
que suscitan interés, que les llevan a interrogarse y preocuparse por las cosas y no conformarse
únicamente con respuestas “magistrales”,
Participación, interés, motivación e implicación intelectual son descriptores que se le
suele asignar al alumnado que trabaja en el aula con proyectos. Se rompe con esa pasividad
propia de otros modelos del código disciplinar en los que el alumnado recorre distintas
actividades y conocimientos deshilvanados unos de los otros, sin un hilo conductor y sin tener
claro qué relación existe entre ellos y en qué medida les afecta para su vida y su formación
como adultos y jóvenes que viven en una sociedad y realidad que precisan conocer, comprender
y transformar
La experiencia compartida conduce a un proceso de intercambio
y formación que tiene en la práctica y su mejora sus referentes más directos. Al existir
exiguos materiales y escasas propuestas prácticas el profesorado se ve envuelto en un círculo
de problemas y necesidades que sólo ellos son capaces de considerar. Y éstos, además, se
convierten en retos que incitan al diálogo con el fin de dar con respuestas creativas; lo cual es
una vía de formación en la práctica y de desarrollo colaborativo.Para conseguir los objetivos propuestos ,es fundamental la preparación y la formación del docente que se dispone a impartir cualquier materia. Por ello, este tipo de metodología requiere una gran implicación y preparación del trabajo en sí. En caso de no tener bien establecido los objetivos que se quieren lograr el proyecto carecería de sentido y no sería tan productivo.
El modelo más convencional de enseñanza concibe el aprendizaje como la acumulación
y reproducción correcta de unos conocimientos previamente reseñados, sin embargo trabajar
desde la perspectiva de un proyecto integrado, como ha sido reiteradamente explicado desde
sus diferentes modalidades, no coinciden con esta visión externalista del aprendizaje. Aprender,
desde el marco del constructivismo, implica otorgar significado y esto no se consigue ni por
acumulación de datos ni por reproducción automática de la información proporcionada, se
alcanza, básicamente, por la posibilidad de conectar los nuevos aprendizajes con los esquemas
e ideas que ya se poseen: aprender significa establecer relaciones entre diferentes fuentes y
procedimientos de información y, a su vez, transformarla y reconstruirla críticamente con el
fin de alcanzar mayor conocimiento.